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Corría el siglo XIX, época convulsa en todos los aspectos en España pero que tuvo su máxima en el Sexenio Democrático (1868- 1874). En ese 1874 tras una experiencia fallida de República, los sectores conservadores se pusieron manos a la obra para que las cosa volvieran a la normalidad que ellos consideraban. Lo correcto para ellos era restaurar la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII e instaurar un régimen que favoreciera la estabilidad y el control de la situación. Una restauración de la monarquía borbónica tras un régimen que había caído y perdido su identidad. Pues bien, 100 años después un tal general Franco moría dejando a España sin rumbo y otorgando el único timón a Juan Carlos de Borbón.
Caricaturas publicadas en El Loro imagenesdelahistorialeganes.blogspot.com |
En 1978 otra Constitución que todavía hoy está vigente significó el pistoletazo de salida de otro régimen de la restauración que fue denominado "transición" y cuyos planificadores fueron llamados "padres de la democracia". Tras restaurar con Juan Carlos I la monarquía borbónica, loa grandes líderes políticos de la España del siglo XX buscaron en el baúl de los recuerdos y encontraron en 1874 su año 0. Era la hora de vender la democracia a precio de coste, como el humo de un cigarro que al principio engancha, pero a la larga es gravemente pernicioso. Pese a engalanarse de pluralismo se creó un sistema favorecedor del bipartidismo con dos grandes partidos PP y PSOE que acturían de conservador y liberal pero que una vez más perseguirían los mismos fines: ser actores de un teatro llamado democracia. Desde entonces se han ido turnando en el Gobierno mientras los demás hemos ido ciegos a votar, pensando que eran nuestros intereses los que se defendían. Y es que para ellos que el pueblo hable es síntoma de convulsión y que aparezcan partidos como Podemos es comunismo, radicalismo islámico, chavismo e incluso amenaza de guerra.
Canovas enseña a Sagasta a leer la Constitución de 1876. historiajaviercapape.blogspot.com |
La Historia se repite, y tal y como ocurrió en el pasado, los propios errores del turnismo y el fuerte tufo que despide la timocracia ha hecho que los ciudadanos salgan a las calles y escupan en las hurnas ensuciadas de hipocresía. La clase política debe reaccionar y no re-restaurar la restauración porque el poner parches a los escapes de gas puede desencadenar un estallido global del sistema. Si la restauración falló hace un siglo, ¿quién fue la brillante mente que pensó que no lo haría una segunda vez?