Juan Ignacio Cantero
Se trata la terminología de todos los aspectos de la
sociedad desde una lógica económica neoliberal. La educación tampoco queda fuera de esta visión economicista y de esta
forma, por ejemplo, las personas son consideradas como capital humano. Desde esta
racionalidad, la educación se mide en base a su eficiencia, eficacia y calidad.
Hasta los defensores de la educación universal lo
hacen desde una visión economicista. El principal argumento defensor que se usa es que cuanta más formación se recibe, se percibe más sueldo y se
reduce el paro. Esta es una defensa del sistema educativo meritocrático y
economicista como señalaban los sociólogos clásicos, que toma a la educación
como un agente económico y a los sujetos como activos. También las grandes instituciones de poder como la
OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) están sujetas
a la visión capitalista y empresarial. De esta forma la OCDE considera que los
beneficios de la enseñanza son mayores a la inversión que se hace en ella.
La educación vista desde una perspectiva neoliberal se
considera una empresa para obtener beneficio. Se subordina el sistema educativo
al aparato productivo y se la considera producción de capital humano. Esto
supone una inversión y como tal se espera rentabilidad económica de ella. Por
eso, los autores que defienden la inversión en educación lo hacen en clave
económica en su mayor parte en lugar de hacerlo teniendo en cuenta los derechos
humanos.
El economista de la educación Ernesto Cohen que centró
su trabajo en la gestión de la educación con equidad, centraba siempre su
estudio en torno a la eficiencia y la productividad. Para este autor “La
educación es un bien de inversión y, como tal, constituye una contribución
relevante al desarrollo económico. Toda inversión supone afrontar costos para
obtener los beneficios esperados”.
La
globalización se ha implantado sobre todo en términos económicos y la educación
no escapa a la financiarización extendida a todo. La escuela se considera una
industria y la formación una mercancía de cambio. Desde ese punto de vista si
se considera a la educación como un bien común o un servicio público se
asumiría el sistema educativo como un gasto que genera pérdidas y desde la
perspectiva capitalista un expendio innecesario. Como afirma la relatora
especial de Naciones Unidas, Katarina Tomasevski se está produciendo un “lento
pero inexorable proceso de integración de la enseñanza superior al mundo del
mercado. Ciertamente, la educación se ha transformando en un mercancía”.
Desde
la lógica neoliberal se concibe la educación como fuente de lucro y dominación
eliminándola como derecho. El hecho de considerar a la educación como un gasto
e incluirla dentro del espectro productivo económico, abre la vía la desigualdad social. Si la educación se
convierte en negocio, supondrá su privatización. Este hecho tal y como afirma
Tomasevski “traerá como consecuencia que más gente quede por fuera de los sistemas
educativos por la imposibilidad de acceder económicamente, agudizando así la
desigualdad social”.
El enfoque económico de la educación implica esa
relación entre el sistema educativo y el productivo. Esto supone que la
educación se convierte en parte fundamental del desarrollo, pero a su vez, un
descuido de la educación al entenderla como una política económica. Esta
concepción económica de la educación, no puede olvidar la concepción de derecho
social que ésta tiene y como afirma el catedrático de política de la educación
en la UNED, Manuel de Puelles, “la importancia que tiene para formar una
ciudadanía y un desarrollo con equidad. Con la aparición y redacción de los
derechos universales en el siglo XX, se produjo una democratización de la
enseñanza al ser un derecho inalienable".
La
educación es un derecho reconocido por la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y particularmente en España está plasmado constitucional y legalmente. Es un
derecho por tanto extraído del propio ser humano y de su naturaleza social, y no
del mercado. Por este motivo no se debería considerar a la educación meramente
como un agente económico sino como una prestación obligatoria a todos los
individuos por el hecho de ser humanos y tener ese derecho establecido. Además
es un derecho troncal ligado con otros muchos otros, por lo que de no ser
universal y equitativo genera amplias desigualdades. Como afirma Tomasevski : “La
educación es un multiplicador que aumenta el disfrute de todos los derechos y
libertades individuales cuando el derecho a la educación está efectivamente
garantizado, y priva a las poblaciones del disfrute de muchos derechos y
libertades cuando se niega o viola ese derecho. Sin educación no hay acceso al
empleo. Un nivel educativo inferior disminuye habitualmente las perspectivas de
carrera. Los salarios bajos afectan negativamente a la seguridad en la vejez.
La negación del derecho a la educación provoca la exclusión del mercado laboral
y la marginación en el sector no estructurado, junto con la exclusión de los sistemas
de seguridad social derivada de la previa exclusión del mercado laboral.
Resulta pues imposible corregir el desequilibrio existente en las oportunidades
de vida sin el previo reconocimiento del derecho a la educación”.
Por
eso la educación no puede depender exclusivamente del Estado y del Gobierno que
tenga el poder en cada momento. Como dice Manuel de Puelles, en el proceso
educativo deben intervenir “todos los actores sociales, esto es, la familia,
las comunidades locales, los grupos organizados, los medios de comunicación,
los partidos políticos…”; todo esto guiado por el papel del Estado como
integrador. Se debe atender por tanto al papel económico de la educación que ya
se ha convertido en inseparable con el objetivo de tener un desarrollo
sostenible, pero también al factor social y de derecho para fomentar la equidad
y la consecución de una enseñanza equilibrada e imparcial para todos. La
educación debe centrarse en la formación de profesionales, de eso no cabe duda,
pero como afirma el profesor Humberto Mendoza han de ser “capaces no sólo de
asimilar tecnologías sino de crearlas y de asumir posiciones transformadores en
todos los aspectos. Lo que debe buscar la educación es la formación de hombres
creadores, conscientes del mundo en que viven, de la historia, de la realidad y
de sus procesos sociales”.
Si entendemos la educación como capital, estaremos hipotecando el futuro y aniquilando el sistema de derecho.